Tamberma


«La región de Koutammakou es un ejemplo sobresaliente de ocupación territorial por un pueblo en constante búsqueda de armonía entre el hombre y la naturaleza circundante».

Reconocido por la UNESCO, Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Muchas veces las fronteras políticas poco o nada tienen que ver con las fronteras geográficas. Esta es una circunstancia común en África, y el pueblo Tamberma un claro ejemplo.

Los Tamberma, en su origen procedentes de Burkina Faso, se establecieron en esta región entre los siglos XVI y XVIII. Actualmente se extienden por dos países del Golfo de Guinea; Benín, donde se les conoce con el nombre de Somba (salvaje), y Togo, donde han conservado con más pureza su cultura milenaria, aferrados fuertemente a la vida y la religión tradicional africana profesando adoración al dios Sol y a Kuiye, diosa de la tierra.

Las tierras que ocupan en Togo están dibujadas por una sabana interminable, un medio hostil determinado por una prolongada estación seca. El mijo y el sorgo, y más recientemente el maíz, son los únicos cereales que crecen en estas duras condiciones. Los rebaños de vacas, signo de riqueza de cada familia, pastan cerca de los poblados. Sólo algunos majestuosos baobabs aparecen a la vista en el horizonte.

Denominados en su origen Batammariba («los auténticos constructores de la tierra»), Otamari en singular, con el colonialismo se les dio el nombre de Tamberma («buenos constructores») su dialecto es el Ditamari. Las viviendas representan uno de los ejemplos más sorprendentes de la arquitectura africana, lo que ha sido Reconocido por la UNESCO nombrándolo en 2004 como lugar cultural Patrimonio Mundial de la Humanidad. Y es que los Tamberma destacan en la originalidad de la construcción de sus casas, semejantes a castillo en miniatura, las takienta o Tata Somba, edificios de dos pisos fabricadas con arcilla, paja y madera. Comenzaron a construir sus casas de fortaleza en el siglo XVIII para protegerse de las incursiones de los cazadores de esclavos. Posteriormente, estas casas de cuento sirvieron para oponer una feroz resistencia al invasor alemán.

Además de por su habilidad para la construcción, también son conocidos por los rituales de escarificaciones corporales, visibles desde la cara, hasta el abdomen y la espalda. Estas cicatrices se inician entre los dos y los tres años, e identificarán a cada uno como perteneciente a su tribu, a las que irán agregando marcas adicionales en la pubertad, la preparación para el matrimonio, el nacimiento posterior al hijo… como una forma de comunicación visible. Solemnes, para ellos es todo un ritual cargar y fumar en sus largas pipas, muchas veces apoyados es sus bastones, los simbólicos koupaati, usados también como arma de defensa.

En su afán de ornamentar su cuerpo, los Tamberma son históricamente conocidos por un curioso rito de iniciación de los hombres a la edad adulta; sus técnicas de alargamiento y agrandamiento del pene, lo que supone que lo llevarán durante meses introducido en una rama hueca o en una calabaza hasta alcanzar el tamaño deseado.






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