“Om Mani Padme Hum”

Ladakh, inspiración del paraíso perdido de Shangri-La de J. Hilton, es una región en el estado indio de Jammu y Cachemira que se extiende desde la cordillera de Kunlun hasta la del Himalaya. Su cultura e historia están estrechamente relacionadas con las del Tibet, hasta el punto de ser conocida como “la pequeña Tibet”.  Ladakh es famoso por la belleza de sus estremecedores paisajes y por su remota cultura de montaña, repletas de estupas de estilo tibetano, gompas y escuelas de formación budista.

Con la brutal ocupación del Tíbet por parte del ejército chino en 1951, esta región comenzó a sufrir un proceso de aniquilación cultural. Desde entonces, lugares de India como Ladakh o Spiti Valley se han convertido en reductos donde se han mantenido la cultura tibetana, remotos lugares donde es posible experimentar en la actualidad y en todo su esplendor, la vida dentro de una sociedad tibetano-budista, tradiciones que casi han desaparecido en otros rincones del Himalaya.

Lugar recóndito, casi perdido entre las montañas y el cielo, es uno de esos puntos especiales en los que parece que se detiene el tiempo; los altos picos teñidos de blancos, el cielo de azul y limpio, las permanentes sonrisas de los tibetanos, invitan a recuperar la paz del alma. Es un lugar para los viajeros que quieren ver la cara más pura y resistente de la naturaleza, y la más amable de la condición humana.

Inolvidable la emoción de entrar en el interior de las gompas, monasterios y estupas que impregnan el aire con su sentido de la espiritualidad, y permanecer en silencio mientras se escuchan los rezos de los monjes. Es como trasladarse en el tiempo, abducido por el éxtasis que provoca su religiosidad, mientras el constante canturreo de los mantras te contagia un estado relajación y bienestar inalcanzable en cualquier otro lugar.

Ninguna descripción puede ni tan siquiera aproximarse a la serena majestuosidad, la grandeza y el atractivo de los paisajes y las gentes de Ladakh. Percibir la sosegada calma y el silencio de un mundo tan singular como lejano, anclado a años luz de nuestra civilización, supone una fuerte sacudida a la sensibilidad y, por supuesto, a nadie deja indiferente.