Apatani


¡Escuchen búfalos y vacas!
Nosotros solos no decidimos
que irías al inframundo;
Eso fue decidido por adivinaciones
vistas por un grupo de hombres;
No tengas miedo;
no estés ansioso; El hacha caerá rápidamente
como los rayos del sol;
Las adivinaciones del hígado de pollo te llevaron al inframundo,
Donde tu sacrificio nos traerá prosperidad.

Invocación de los chamanes Apatani

Cuando uno se asoma a una cultura milenaria siente el peso del respeto a las antiguas tradiciones y formas de pensar. De igual manera, percibe el orgullo de aquéllos que mantienen viva su memoria.
En lo más remoto de las selvas tropicales de Arunachal Pradesh, en el noreste de India, entre los arrozales, se encuentra el Valle de Ziro, hogar de los Apatani, donde conviven en perfecta comunión con la tierra que los acoge. Su vida simple, sencilla y plácida, apenas pervertida por el mundo moderno y sus complicaciones, es capaz de cautivar y embelesar a cualquiera que se asome a sus puertas.

Los Apatani son un ejemplo de cómo es posible la convivencia del hombre y la naturaleza. Ambos han coexistido armoniosamente en un estado de interdependencia, a través de siglos, hasta llegar a la época actual. Fruto de la simbiosis entre el hombre y su medio es el desarrollo de una habilidad única en el cultivo de arroz, donde, además, se aprovechan los campos para criar pescado. Su historia les ha legado un gran conocimiento ecológico de la gestión y conservación de los recursos naturales, adquirido por la experiencia y nutrido por las costumbres tradicionales y los sistemas de creencias espirituales.

Los Apatanis son animistas, se encuentran entre las pocas tribus del mundo que continúan adorando a la naturaleza. En su religión los chamanes ocupan un lugar relevante, son los maestros de ceremonias de ritos atemporales que cohesionan los vértices de su sociedad y que son la base de las sanaciones y la prosperidad de la tribu. La omnipresente relación de los Apatani con la naturaleza es la que regula sus prácticas culturales. Tal sistema, diseñado para que la naturaleza, la cultura y el hombre se apoyen mutuamente, es el responsable de la casi milagrosa conservación ecológica de la zona. Sus sólidos valores espirituales son los que han permitido que su paisaje o sus bosques sagrados estén , a día de hoy ,intactos. Pero las creencias y valores tradicionales sufren cada vez más injerencias. Por eso, los Apatani luchan en la actualidad por proteger a su tribu contra la conversión irreflexiva a religiones extranjeras.

El ambiente dentro de las casas tradicionales de los Apatani es acogedor, reconfortante, casi mágico. El interior de sus cabañas se ilumina con las llamas parpadeantes del fuego que crepita en la chimenea situada en el centro, y que hace las veces de cocina o sala de estar donde los miembros de la familia se sientan, conversan y comen juntos. Instantes tan fascinantes que son capaces de hechizar a la propia cámara de fotos.

Los miembros más fascinantes de la tribu son las mujeres de más edad, las que decoran sus rostros con tapones nasales y tatuajes faciales. Sus tatuajes dibujan una larga línea desde la frente hasta la punta de la nariz y cinco líneas verticales en la barbilla unidas por una línea horizontal. Sus tapones nasales negros, alojados en ambos lados de la nariz, aportan un aspecto de lo más pintoresco a esta cultura.
Las leyendas afirman que para evitar que hombres de las otras tribus secuestraran a las bellas mujeres Apatani, las hacían parecer poco atractivas , obligándolas a tatuarse las caras y y a usar tapones nasales. Quizás sea sólo eso, una leyenda. Muchos afirman que las mujeres comenzaron a decorarse con tatuajes faciales y tapones nasales como fetiche para encontrar buenos maridos, lo que ha ido derivando en que se consideren estos adornos faciales una marca de belleza y moda.

Con la globalización, el desembarco ideológico que viene de fuera y los valores cambiantes de los nuevos tiempos, el conjunto de la forma de vida apatani está bajo seria amenaza. Aunque han demostrado su capacidad para adaptarse al mundo cambiante, cada vez se están produciendo más cambios sutiles, que tienen el potencial de destruir las bases de su cultura. Como en otros tantos casos, nos toca reflexionar sobre nuestros propios valores y nuestra relación con la naturaleza. En los Apatani tenemos un buen ejemplo.






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